Jornada sacerdotal en Logroño 2015
Fiesta de san Juan de Ávila y aniversarios sacerdotales
Agradecemos a la diócesis hermana de Calahorra la invitación a nuestro obispo Daniel Fernández para testimoniar la fraternidad sacerdotal, aquí con la promoción de los 50 años sacerdotales.
Del oficio de lectura, 18 de mayo, día de San Juan I, Papa y mártir.
PARA QUE LA VIDA DE JESUCRISTO SEA MANIFIESTA EN NOSOTROS
«Bendito sea Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de toda
consolación, el cual nos consuela en toda nuestra tribulación, de manera que podamos nosotros
consolar a los que en toda angustia están; y esto por la consolación, con la cual Dios nos consuela.
Porque, así como las tribulaciones de Cristo abundan en nosotros, así por Cristo es abundante
nuestra consolación. Palabras son éstas del apóstol san Pablo. Tres veces fue azotado con varas, y cinco con azotes, y una
vez apedreado hasta que fue dejado por muerto, y perseguido de todo linaje de hombres, y
atormentado con todo género de trabajos y penas, y esto no pocas veces; mas como él en otra parte
dice: Nosotros siempre somos traídos a la muerte por amor de Jesucristo, porque la vida de
Jesucristo sea manifiesta en nosotros. Y, con todas estas tribulaciones, no sólo no murmura ni se queja de Dios, como los flacos suelen
hacer; no se entristece, como los amadores de su honra o regalo; no importuna a Dios que se las quite,
como los que no le conocen, y por eso no las quieren por compañeras; no las tiene por pequeña
merced, como los que las desean poco, mas, toda la ignorancia y flaqueza dejada atrás, bendice en
ellas y da gracias por ellas al Dador de ellas, como por una señalada merced, teniéndose por dichoso
de padecer algo por la honra de aquel que sufrió tantas deshonras por sacarnos de la deshonra en que
estábamos sirviendo a la vileza de los pecados, y nos hermoseó y honró con su espíritu y adopción de
hijos de Dios, y nos dio arras y prenda de gozar en el cielo de él y por él.
¡Oh hermanos míos, muy mucho amados! Dios quiere abrir vuestros ojos para considerar cuántas
mercedes nos hace en lo que el mundo piensa que son disfavores, y cuán honrados somos en ser
deshonrados por buscar la honra de Dios, y cuán alta honra nos está guardada por el abatimiento
presente, y cuán blandos, amorosos y dulces brazos nos tiene Dios abiertos para recibir a los heridos
en la guerra por él; que, sin duda, exceden sin comparación en placer a toda hiel que los trabajos aquí
puedan dar. Y, si algún seso hay en nosotros, mucho deseo tendremos de estos abrazos; porque, ¿quién
no desea al que todo es amable y deseable, sino quien no sabe qué cosa es desear?
Pues tened por cierto que si aquellas fiestas os agradan y las deseáis ver y gozar, que no hay otro más
seguro camino que el padecer. Esta es la senda por donde fue Cristo y todos los suyos, que él llama
estrecha; empero lleva a la vida; y nos dejó esta enseñanza, que si quisiéramos ir donde está él, que
fuésemos por el camino por donde fue él; porque no es razón que, yendo el Hijo de Dios por camino
de deshonras, vayan los hijos de los hombres por camino de honras, pues que no es mejor el discípulo
que el Maestro, ni el esclavo que el Señor.
Ni plega a Dios que nuestra ánima en otra parte descanse, ni otra vida en este mundo escoja, sino
trabajar en la cruz del Señor. Aunque no sé si digo bien en llamar trabajos a los de la cruz, porque a
mí me parece que son descansos en cama florida y llena de rosas». De las cartas de san Juan de Ávila, presbítero (Carta 58, a unos amigos suyos: BAC 313, Obras completas del santo maestro Juan de Ávila, 5, pp. 298-299)
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