Buenas experiencias

            De entre las cosas buenas de este pasado verano, la experiencia pastoral en las Parroquias Santa Cecilia y Santísimo Sacramento fue una de las mejores. El compartir de la fe y el conocimiento de la parroquia como comunidad,en los que ya se pregusta el ministerio presbiteral, te aportan las herramientas necesarias para un futuro. Por ello, con la ayuda de Dios, traté de dar lo mejor.


            Desde acolitar todas las Misas hasta trabajar cinco horas en ebanistería los días de semana son parte del aprendizaje. Estas, siendo de las experiencias más fuertes, cooperaron a la toma de conciencia del trabajo abundante de nuestros presbíteros. 
             
             Fueron dos parroquias, pudo haber sido una, pero la escasez de vocaciones obliga a la diócesis a contar con un solo sacerdote para tanto trabajo. Esta realidad sin embargo, cooperó a que conserve ahora tres verdades que difícilmente olvidaré: 
             Primero, la calidad estupenda del trato humano en ambas parroquias, los seminaristas son queridos y complacidos, la gente posee una magia de cariño inolvidable.
           Segundo, el buen ejemplo del párroco, y sus fórmulas de "bilocación" para poder pastorear con eficacia dos parroquias; son cosas que te dan miedo en principio pues a quién no le asusta el mucho trabajo, pero entonces es cuando queda evidente que su vida no fue reservada sino entregada y que en la limitación, la fuerza es la oración.
           Y como última de las verdades: el esfuerzo obligado en mi formación. Cuando estás con la feligresía reconoces o te expresan sus necesidades; es cuando tengo que dar de mi, y si de mi tengo poco,pues poco podré dar.  En fin voy tomando conciencia de lo útil de tanto tiempo de estudio, de la oración frecuente, de la disciplina que regula, del desarrollo de las virtudes humanas y tantas otras cosas que el Seminario ofrece. Esto forja compromiso en mi disposición a la formación, me hace capaz de dar lo mejor.

            Será siempre  poco lo que podré recompensar por tantas buenas experiencias. La visita de enfermos, la formación de monaguillos, los temas a los ministros extraordinarios de la Comunión y cursillistas, las experiencias con la Renovación Carismática (con los jóvenes y los no tan jóvenes), el acolitar, el preparar la liturgia, el trabajar en ebanistería por mejorar los bancos de la parroquia Santa Cecilia, el comer recetas nuevas, y tantas buenas cosas más. Por eso y por mucho más doy gracias a Padre Roy Martínez  y a las parroquias Santa Cecilia y Santísimo Sacramento que han cooperado con mi proceso formativo, portandose tan bien conmigo y enseñándome tantas cosas que me ayudarán tanto. Mil Gracias y mi amistad fraterna.


Diego Francisco De la Texera Rojas




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