Novena a San José, patrono del seminario


Acercándose ya la festividad de nuestro querido patrono, colocamos delante de san José las intenciones de aquellos que se confían a nuestra oración, especialmente en estos momentos de dificultad. Confiemos en la providencia de Dios que nos sostiene, tal como lo hizo con el Varón Justo que celebramos. Aprendamos de su ejemplo de confianza en el Señor. 
Adelante colgamos el texto de la novena que rezamos en el Seminario en preparación para esta fiesta

NOVENA A SAN JOSÉ
NUESTRO PADRE Y SEÑOR

El himno final se encontrará al fondo de la página 

DÍA PRIMERO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Dichoso en verdad, aquel a quien,
entre todos los varones de la tierra,
preparó desde siempre Dios,
que es fuente de toda paternidad
en el cielo y en la tierra,
para que cuidara, como esposo virginal,
de la Niña de sus ojos,
y criara, como padre,
al Hijo de su amor.
Amigo del Esposo de Israel,
que lograste contemplar
en los ojos enamorados
de la Inmaculada
el Amor por quién brillan las estrellas,
y el primero en la fiesta de las bodas,
custodiaste el tálamo,
entre el canto de los ángeles
y el asombro de los pastores:
el abrazo de Dios
en la carne trémula
de nuestra humanidad.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA SEGUNDO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Verdaderamente dichoso,
pues eres la sombra misma
del misterio infinito y providente
de la paternidad de Dios,
y creíste contra toda esperanza en el Mesías
que el mismo Padre
puso en tus manos.
Fiel a la Promesa
como auténtico hijo de Abrahán,
recibiste en tus brazos la Esperanza de Israel,
defendiste de la muerte al Cordero inocente
y le enseñaste el oficio de Pastor,
para que apacentara al mundo
y diera caza al lobo de las almas.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA TERCERO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Predilecto hijo de Jacob,
que para saciar el hambre de la humanidad,
como en Egipto,
atesoras el Pan de los ángeles
nacido en Belén
hasta que se entregué él mismo
como alimento.
Verdadero José,
tesorero de los graneros divinos,
que partías el pan y bendecías el vino
en la mesa donde alimentabas
al Creador del mundo.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA CUARTO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Como hombre justo y santo,
no tuviste otra guía en tu peregrinación
que seguir la Columna de fuego
y Nube luminosa,
y pudiste plantar por ello en tu tierra
la Tienda del encuentro de Dios
con los hombres.
Hijo de David, que gozaste
de sentir en tus rodillas
al vástago del tronco de Jesé,
cuyo Reino nunca acaba,
y transmitiste el cetro de Judá
al único Rey de reyes.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA QUINTO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Hombre en verdad íntegro,
que enseñaste a hablar entre los hombres
al Verbo que es origen primero
de todas las palabras
y sentido último
de todas las voces.
Hombre dócil de corazón a Dios,
que buscaste sin desánimos
al Hijo que quiso perderse
entre los doctores de la ley,
hasta que lo recobraste con alborozo,
y recibiste con asombro
la revelación de su origen eterno.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA SEXTO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Varón recio, que enseñaste a ganarse
el pan con el sudor de su frente
al que es la Fuerza misma
y razón de ser de todas las cosas.
Maestro de vida, que educaste
en todas las virtudes humanas
al Hijo del Altísimo,
y viste como crecía en cuerpo y alma,
gozoso en su obediencia
en medio de tu respetuoso cariño.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA SÉPTIMO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Hombre de silencio,
a quien llamaba “papá”
el Primogénito de Dios
que nos ha hecho a todos hermanos,
mientras le abrazabas
y besabas como hijo.
Trabajador responsable,
que vestiste
a quien viste los lirios del campo
y educaste en el servicio
al más noble de los hijos de Adán.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA OCTAVO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Anfitrión del palacio real,
que acogiste en Belén
a los peregrinos de tierras lejanas,
creyentes en la Estrella inmortal,
que frente a los trampantojos del mundo,
llegaron a adorarla en tu regazo.
Patrono de la familia de Dios,
después de acompasar tu corazón
a la voluntad del Padre,
pasaste de la mano de Jesús y de María,
al hogar del cielo,
donde el Poderoso te ha reservado
el puesto de “padre del Rey”.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José

DÍA NOVENO
Oh bienaventurado José de Nazaret,
que fuiste elegido
por el Dios de nuestros padres,
para poner en tus brazos
y confiar a tu corazón
a su único Hijo, nuestro Señor.
Modelo de vida en nuestro Seminario,
prudente ensoñador de las hazañas divinas,
siempre atento a las caricias de Dios,
que pusiste su nombre al Salvador
con la autoridad de padre.
Patrono de la Iglesia,
que alabaste al Altísimo
con los salmos con los que
nuestros sacerdotes y monjes,
en nombre de todos los fieles,
incesantemente adoran al Padre,
unidos a la gloria perenne
de los ángeles y los santos.
ALCÁNZANOS DE DIOS,
pues tanto puedes,
la unidad de la Iglesia,
la armonía en nuestras familias,
la santidad de los sacerdotes,
la abundancia de vocaciones
y el consuelo de los enfermos;
sean fecundos los empeños y proyectos
de cuantos trabajan,
que haya paz suficiente en el mundo
para extender el Evangelio,
que todos los fieles estimen
la castidad según su estado,
que no nos falte la contemplación
a quienes luchamos por el Reino
y sigamos con inquebrantable esperanza
a Jesús, tu Hijo,
nuestro Cristo y Señor,
a quien adoramos y glorificamos
por los siglos de los siglos.
Amén.

Himno final a san José


Hoy a tus pies ponemos nuestra vida;
hoy a tus pies, ¡Glorioso San José!
Escucha nuestra oración
y por tu intercesión
obtendremos la paz del corazón.

En Nazaret junto a la Virgen Santa;
en Nazaret, ¡Glorioso San José!
cuidaste al niño Jesús
pues por tu gran virtud
fuiste digno custodio de la luz.

Con sencillez humilde carpintero;
con sencillez, ¡Glorioso San José!
hiciste bien tu labor obrero del Señor
ofreciendo trabajo y oración.

Tuviste Fe en Dios y su promesa;
tuviste Fe, ¡Glorioso San José!
Maestro de oración alcánzanos el don
de escuchar y seguir la voz de Dios.

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