Inauguracion del Año Mariano




Durante estos días hemos recibido en el seminario la visita anual de nuestro obispo Monseñor Daniel Fernández Torres. Esta visita ha sido para todos y cada uno de nosotros una verdadera experiencia del paso del Señor por nuestras vidas en la persona de nuestro padre y pastor. En el tiempo que ha estado con nosotros presidió distintas celebraciones. De manera especial, en la tarde del sábado y durante el rezo solemne de vísperas, en sintonía con el resto de nuestra diócesis, tuvo lugar la inauguración del Año Mariano para el Discernimiento en el Espíritu Santo. Así quedó entronizada en nuestra capilla una hermosa imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, patrona de la diócesis de Arecibo.








Oración a la Virgen del Perpetuo Socorro
Oh Madre del Perpetuo Socorro, a tus desvelos venimos a confiar nuestras almas, que tantos suspiros y lágrimas te han costado.
Que tu fidelidad y fortaleza socorran nuestra debilidad e inconstancia.
Haz que contigo, creamos en Jesús y le amemos siempre, aun en medio de tantas luchas y penas, ante los halagos del mundo seductor.
Enséñanos a buscar remedio en la santa oración y en los sacramentos
que nos manifiestan la misericordia de Jesús.
No te separes nunca de nuestro lado; asístenos en la hora de la muerte.
¡Oh Madre mía, salva nuestras almas, sálvalas para siempre!
Te lo pedimos por la amorosa solicitud con la que rodeaste a tu Hijo adorable en los pasos de su vida mortal,
hasta recibir su último aliento al pie de la cruz. Amen


En su predicación Mons. Daniel nos invitaba a acudir siempre al auxilio maternal de María, invocándola en cada necesidad. Además reflexionó sobre el significado de los símbolos encontrados en el icono de estilo oriental, haciendo un énfasis particular en las miradas de María y Jesús. El Niño tiene su mirada fija en los instrumentos de la pasión, que presentan los ángeles, y como señal de su temor, una de sus sandalias resbala de su pie, como si hubiese corrido hasta los brazos maternales de María. Ella nos mira a nosotros mientras sostiene cariñosamente a Jesús, casi como diciéndonos “ven tú también hijo mío”. Los colores del manto de María nos recuerdan como la criatura (simbolizada por el color rojo) fue revestida de la divinidad (simbolizada por el color azul).




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