Morovis tierra de gente buena...
Durante el mes de agosto todos los
seminaristas de la Diócesis de Arecibo tuvimos la oportunidad de ir
a una parroquia para hacer nuestra labor de pastoral. A mí me
asignaron a la Parroquia San Pablo Apóstol en el pueblo de Morovis.
Allí me recibió con gran afecto y alegría el P. Lisímaco, quien es administrador parroquial. Inicie mi labor asistiendo a las siete celebraciones que se tienen durante el fin de semana, en cada una me presente y los feligreses de
esta gran comunidad me recibieron con entusiasmo y felicidad.
Durante mi estancia, tuve la oportunidad de desenvolverme en muchas tareas parroquiales. Entre ellas el dar talleres de formación a los
líderes de la pastoral juvenil, compartir algunos temas con la
renovación carismática católica, dar temas de formación a los
ministros extraordinarios de la comunión, asistir a las reuniones de
los distintos grupos parroquiales haciendo con ellos la lectio divina, compartir mi experiencia vocacional con ellos, reunirme con los
monaguillos y compartir con ellos algunos consejos del servicio que
llevan a cabo en las distintas celebraciones, entre otras
cosas más. A estas experiencias se le añade el poder compartir con
el pueblo santo de Dios, estando con ellos, hablándoles sobre el
proyecto del seminario, y sobre mi testimonio y experiencia
vocacional; a la vez que escuchándoles con sus preocupaciones y
alegrías hacía con su parroquia y la iglesia universal.
Lo
único triste fue que solo pude compartir un mes con la
comunidad parroquial de San Pablo Apóstol, ya que era
hora de regresar al Seminario en Pamplona. Pero les llevo a todos en
mi corazón y en mis oraciones. Experiencias como estas son las que
me animan a seguir echándole ganas al estudio para que todo el
conocimiento y la formación que recibo poder trasmitirla y
vivirla en un futuro con el pueblo santo de Dios.
Primero que todo, agradezco a Dios por
haberme dado la oportunidad de conocer a una comunidad tan
alegre, viva y comprometida con la Iglesia. También agradezco, al P. Lisímaco por haberme acogido y por sus consejos, por su testimonio de ser un sacerdote fiel según el Corazón
de Cristo. Deseo expresar mi gratitud a toda la comunidad parroquial
de San Pablo Apóstol por su acogida y su apoyo, por su ayuda
y entendimiento, por su cariño y sobre todo por sus oraciones. Fue
una experiencia que me hizo crecer mucho y aprender muchas cosas.
Siempre llevaré en mi corazón cada momento que pase en Morovis, desde
las reuniones con los jóvenes, hasta el cafecito que me tome en la oficina parroquial. Fueron muchísimos
los momentos y las experiencias vividas. Gracias a todos
los que hicieron posible que esta experiencia fuera una positiva
para mi proceso vocacional.
Héctor Iván Flores González
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