Al tribunal para defender las víctimas
Mensaje
del Obispo Daniel Fernandez Torres, a todos los feligreses de la
Diócesis de Arecibo con relación al caso que se lleva ante el
tribunal
DIÓCESIS
DE ARECIBO Prot. 2014-093
Al
llegar a la Diócesis de Arecibo hace tres años tuve que atender
situaciones muy
difíciles,
incluyendo varias denuncias en contra de miembros del clero por
alegados actos impropios de índole sexual. Conforme
lo pide la Iglesia,
se
procedió a investigar dichas denuncias y el resultado de estas
investigaciones fue que varios sacerdotes ya no ejercen el
ministerio. Tan pronto se recibió el decreto de Roma,
se
hicieron públicos los nombres tanto en "El Visitante" como
en la página web de la diócesis.
Para
llevar a cabo estos procedimientos se siguió el protocolo
adoptado por la Conferencia Episcopal de Puerto Rico para esos casos,
así
como las guías de la Santa Sede. Las guías requieren que
cuando se trate de una denuncia de un menor,
se
les instruya a los padres o tutores del deber de acudir a las
autoridades civiles
y
de
estos no estar dispuestos a hacerlo,
la
misma diócesis está obligada a hacerlo,
y
así
lo hicimos,
reportando
inmediatamente a las autoridades
civiles,
tanto
a la Policía de Puerto Rico como al Departamento de la Familia,
el
caso que recibimos que involucraba a un menor de edad.
No
obstante,
cuando
la denuncia la hace un adulto y pide confidencialidad,
la
Iglesia está obligada a honrar ese derecho de intimidad de esa persona
para evitar que sea revictimizada. Precisamente
de eso se trata el pleito que llevamos
ante los tribunales.
Los
casos en controversia se tratan de personas adultas
que no quieren acudir al foro civil y que escogieron hacer su
denuncia ante la Iglesia,
a
pesar que lo podían hacer en otro foro y así se les indicó. A todo
denunciante se le recuerda el derecho que tiene a acudir al foro
civil. Una
de estas víctimas se ha unido al pleito para hacer valer su derecho
a la intimidad.
Ante
la insistencia del Estado y
en
una muestra de que estamos dispuestos a colaborar con las autoridades
civiles,
ofrecimos
que el juez examinara los expedientes en lo que se conoce como "en
cámara",
que significa examinarlos sin hacerlo
publico.
De
esa forma,
un
ente del propio Estado podía ver la información salvaguardando la
confidencialidad de las víctimas adultas. Mientras se
examina la reciente determinación del tribunal por parte de los
abogados, esa oferta y disposición sigue intacta. Así se ha hecho
en otras jurisdicciones.
Entiendo que, lo que lamentablemente se ha proyectado en los medios de comunicación, es que la Diócesis no quiere cooperar; pero nada está más lejos de la verdad. Nuestra lucha es por las víctimas y por preservar la capacidad de llevar a cabo investigaciones de este tipo para erradicar de la Iglesia este mal social.
Entiendo que, lo que lamentablemente se ha proyectado en los medios de comunicación, es que la Diócesis no quiere cooperar; pero nada está más lejos de la verdad. Nuestra lucha es por las víctimas y por preservar la capacidad de llevar a cabo investigaciones de este tipo para erradicar de la Iglesia este mal social.
Pero
si no se puede garantizar confidencialidad en nuestros procesos, no
podríamos hacer lo que
se ha hecho en los pasados tres años,
llevando
a cabo investigaciones y expulsando de su ministerio a quienes se
pruebe en dichas investigaciones que incurrieron en conducta
impropia,
pues
las víctimas no estarían dispuestas a hablar si sintieran que su
intimidad podría verse en entredicho. Debemos recordar que de no
haber sido por las acciones fuertes que se tomaron en la diócesis,
hoy
las personas implicadas estarían aún ejerciendo su ministerio
sacerdotal, y ni la Iglesia, ni el Estado, ni los medios de
comunicación, se hubieran enterado de sus actuaciones.
Una
vez mas, reitero lo
que
ha sido y continúa siendo nuestra postura de colaborar con las
autoridades civiles en un marco que garantice el respeto por la
dignidad e intimidad de las personas que presentaron su denuncia
siendo adultos,
y
que garantice el marco de acción de la Iglesia para poder llevar
procesos internos para sanear la institución. Entiendo que es
posible encontrar un modo de armonizar los legítimos intereses tanto
de la Iglesia como del Estado.
Del
mismo modo, reitero mi adhesión absoluta a las enseñanzas y
mandamientos de Nuestro Señor contenidas en el Evangelio, así como
a los preceptos de la Santa Madre Iglesia, en particular en lo que
respecta a la protección de los más indefensos, incluyendo las
víctimas de abuso, y en consecuencia, mi adhesión al fiel
cumplimiento de los parámetros que ha impartido Su Santidad
Francisco para el manejo de estos casos.
Agradezco
a todas las personas, especialmente a los feligreses de la diócesis
de Arecibo, su confianza y
oraciones.
+Daniel Fernández, Obispo de Arecibo
+Daniel Fernández, Obispo de Arecibo
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